Monseñor Castagna: "La grieta es la herida que debe ser sanada"

Mensaje sobre la situació de la sociedad argentina

El arzobispo emérito de Corrientes, monseñor Domingo Salvador Castagna, afirmó que "la unidad, fundada en la reconciliación con Dios, es el propósito pastoral de la Iglesia" y sostuvo que "es su aporte - o debe serlo - a una sociedad agrietada por la discordia". "Cuando la diversidad providencial cede lugar al pecado se produce la división o la malhadada grieta", advirtió.

El prelado consideró que "si hoy no superamos este grave obstáculo no importará quién o qué espacio político sea elegido como vencedor en las próximas elecciones".

"La grieta es la herida profunda que debe ser curada de inmediato. Una sociedad atomizada ideológica y espiritualmente seguirá generando grietas, hasta el default moral, mucho más pernicioso que el económico", aseveró.

"Cristo es el autor de la reconciliación con Dios y entre los hombres. No lo logra destruyendo al enemigo sino convirtiéndolo en amigo de Dios y, por lo mismo, estableciendo una reconstructora amistad entre quienes se consideran enemigos irreconciliables", agregó.

Monseñor Castagna subrayó que "la conciencia de filiación, con respecto a Dios Padre, hace posible la fraternidad sin fronteras". "Cristo, el Hijo de Dios, restablece la fraternidad perdida. Lo hace derramando su sangre en la Cruz, plantada por el odio, generadora del amor que todos se deben", puntualizó.

En uno de párrafos del texto, Castagna indica que "la grieta es la herida que debe ser sanada. La unidad, fundada en la reconciliación con Dios, es el propósito pastoral de la Iglesia. Es su aporte - o debe serlo - a una sociedad agrietada por la discordia. Cuando la diversidad providencial cede lugar al pecado se produce la división o la malhadada grieta. Si hoy no superamos este grave obstáculo no importará quién o qué espacio político sea elegido como vencedor en las próximas elecciones. La grieta es la herida profunda que debe ser curada de inmediato. Una sociedad atomizada ideológica y espiritualmente seguirá generando grietas, hasta el default moral, mucho más pernicioso que el económico. Cristo es el autor de la reconciliación con Dios y entre los hombres. No lo logra destruyendo al enemigo sino convirtiéndolo en amigo de Dios y, por lo mismo, estableciendo una reconstructora amistad entre quienes se consideran enemigos irreconciliables. La conciencia de filiación, con respecto a Dios Padre, hace posible la fraternidad sin fronteras. Cristo, el Hijo de Dios, restablece la fraternidad perdida. Lo hace derramando su sangre en la Cruz, plantada por el odio, generadora del amor que todos se deben. Bien lo dice San Pablo: ‘Así creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la Cruz, destruyendo la enemistad en su persona’. (Efesios 2, 15-16)". Agencia AICA

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