Es la estación preferida por la mayoría de los amantes de la jardinería y también la de mayor trabajo.
Época de siembra y riego. Ahora que todavía el invierno no acaba de marcharse y que la primavera tarda en asentarse, es el momento de elegir las flores que vamos a tener. Según la especie, se abonará más tarde o más temprano, pero siempre dos semanas antes de su auge. Por otra parte, para que obtener mejores resultados con el sustrato es vital hacer hoyos de plantación con materiales porosos (piedras o arlitas).
Para la floración es fundamental que haya espacio suficiente entre cada planta, 30 centímetros como mínimo, aunque dependerá del tamaño de cada una. Además que, si están demasiado cerca se quitan nutrientes entre ellas, se limita su potencial de crecimiento y envejecen más rápido. Es una época para incentivar el riego.
Atención a las plagas. Es un momento muy impotante para combatir las plagas, ya que aparecen pulgones, cochinillas, caracoles... Las lluvias primaverales y el ascenso de las temperaturas son el caldo de cultivo perfecto para las plagas, por lo que habrá que estar bien atento y revisar si las hojas estan deterioradas o haya algún bicho en ellas.
Cuidado del césped. Quitar de raíz las malas hierbas y yuyos que hayan aparecido es lo primero que pedirá el césped para tener buen aspecto. Para nivelar el terreno, es preciso que se levanten las zonas hundidas por las lluvias. Esto se hace rellenando con sustrato. Las partes que, al revés, estén más levantadas, habrá que aplanarlas con un rodillo cuando el suelo esté seco.
Aprovechar el espacio. Hay que sacarle partido hasta el último rincón del jardín, viendo qué especies se adaptarían mejor a cada zona. En este sentido, las zonas que queden a la sombra gran parte del día también pueden tener su encanto. Los helechos, arces, hostas y heléboros se adaptan y crecen muy bien en estas zonas. Las trepadoras son una buena forma de rellenar espacios, sobre un muro, alrededor de una ventana, o en los límites del jardín, y además aportan una sensación más silvestre.
Enriquecer la tierra. Para que a las plantas no le falte ningún nutriente, hay quien sugiere enterrar restos de comida alrededor de las plantas y mezclarlos con el sustrato. También es habitual para los que también tengan un acuario, utilizar el agua de este (cuando la renuevan) para regar las plantas y así aprovechar los excrementos como abono.